Los búhos de la Noche


A veces resulta frustrante reconocer las limitaciones o debilidades de nuestro propio cuerpo. ¿No sería fantástico que el ser humano no necesitase descansar? La vida sería más larga, más intensa, con 24 horas de vida cada día; sin momentos que no se disfrutan por el cansancio. Aunque también perderíamos los sueños y la magia que los acompaña.



También es curioso advertir que esos así llamados "relojes biológicos" que aparentemente regulan nuestro funcionamiento y vitalidad son más o menos sensibles a las franjas horarias del día. Así, distinguimos las personas que rinden más de día de las que son más activas de noche.



Siempre he sido un búho de la Noche. Las mañanas no se inventaron para mí. Vivir mientras otra gran parte del mundo duerme resulta, cuanto menos, atractivo.



En medio de la noche surge a veces una pregunta, y la noche se agranda, y es inmensa la noche hasta la angustia. Como un barco sin luces, silencioso, surca así nuestro cuarto tanta sombra que parece sin límites el mundo. Nos rodea el vacío, es agua oscura, más densa aún que la sangre. Nada se oye, tan sólo un chapoteo de hondo cieno allá en lo más profundo de ese agua: es nuestro corazón. Pero la noche no cesa de crecer y ya es un ojo de insoportable desnudez que mira nuestro terror. Y es esa la pregunta, y la noche lo sabe y mira entonces (sólo a veces) el desvalido ser que somos, con ternura, y vuelve el sueño. Y la infinita gruta que es el universo de nuevo resplandece (Abelardo Linares).

Comments

Anonymous said…
¿Qué tienen las mañanas? ¿Qué hace la gente por las mañanas? Si ni siquiera ponen algo interesante en la tele!!!
Yo me siento muy identificada con este post. Vivir de noche no es tan malo como alguna gente quiere hacer creer...
Bsitos.
Anatexia said…
¡¡¡jajajajaja!!! Nunca olvidaré tu frase: "Las mañanas... ¿qué tienen las mañanas?" en las escaleras que unían el tercero y el cuarto. ;-)

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